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viernes, 6 de febrero de 2009

“Papá, dame un respiro”.

Leo en "Diario de un maestro" sobre un artículo que salió en El País, “Papá, dame un respiro”. Habla de la obra de Carl Honoré, “Bajo presión”.

Recuerdo que pensé que reflejaba muy bien la situación actual de la mayoría de nuestros niños, y me hizo reflexionar sobre cómo vivían su infancia mis propios hijos, comparándola con la mía (ya bastante lejana, por cierto).


Los adultos han secuestrado la infancia de los niños. ¿Es dura la frase, eh? Así empieza la lectura del artículo, y duele.

Quizá se trate de la cantidad, demasiado control, demasiados caprichos, demasiadas actividades extraescolares y muy pocos límites. Los padres queremos lo mejor para nuestros hijos, pero nos perdemos, y lo que hacemos es lo que nos gustaría a nosotros que fueran nuestros hijos, ¿lo que pensamos que deberíamos haber hecho y no hicimos?. ¿Qué conseguimos? El efecto contrario a lo que buscamos, se rebelan y pasan de estudiar. ¿Y cómo enseñamos a los que no quieren?.

Que se responsabilicen de sus actos, acepten las consecuencias, y tengan muy claros los límites, ¡casi ná!, sin perder de vista que son niños.
Dejar que se aburran, que tengan al menos dos horas para ellos, (ya estoy controlando otra vez), para lo que les apetezca, incluso hasta para jugar, que no pasa nada porque hagan lo que deberían hacer todos los niños ¡jugar!.

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